La Voz, es la del poeta que me ocupa, la que siempre ha estado presente, la que jamás se ausenta y vacía su condición de ser sobre la blancura del papel deshabitado.
El sueño asido, es la realidad palpable que vive mi yo al percibir como pausadamente las pretensiones ante el sector editorial van enraizando y madurando sus propósitos.
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